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Los latinos son el motor de Beverly Hills

Trabajadores y propietarios de negocios latinos son la fuerza de esa ciudad. Con su dedicación y honestidad están abriendo el camino para sus paisanos.

Beverly Hills despierta con el rugido de un auto exótico que cruza Rodeo Drive; luego viene el desfile de hombres de trajes elegantes y mujeres con lentes negros que entran a las tiendas de alta costura.

Nada extraordinario en la ciudad más glamurosa del país, que -según la revista Forbes- ostenta uno de los códigos postales, el famoso 90210, más caros del mundo y donde vive la crema y nata de Hollywood.

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Lo interesante, sin embargo, está ocurriendo tras bambalinas, en las cocinas de los lujosos restaurantes, en los salones de las mansiones, en las habitaciones de los hoteles, incluso en las patrullas de la Policía y en la oficinas del Ayuntamiento, donde se está hablando más español que nunca.

"Nosotros ya somos parte de esto, no somos una clase separada", dice Arthur Viecco, un colombiano que trabaja como estilista en el salón de belleza Umberto. Desde hace 13 años, él es uno de los 2,000 latinos (5.7% de la población) que viven en esa ciudad, el segundo grupo de mayor crecimiento.

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Pero el brinco más grande se ha observado dentro del gobierno de Beverly Hills, donde el 20% de la nómina es hispana. En la Policía, el 13% de los agentes pertenecen a dicha etnia. "Con los años el departamento se ha diversificado", comentó el sargento Renato Moreno.

En su infancia, Moreno recorrió las amplias calles de la ciudad empujando una podadora de césped, ayudando a su padre a llevar el sustento a casa. Ahora lo hace a bordo de una patrulla y portando una placa. "Es un orgullo haber empezado tan humilde y ahora ser un policía en Beverly Hills", menciona.

No es el único que ha empezado desde abajo. Doin Valle, un salvadoreño que vino a Estados Unidos huyendo de la guerra, fue contratado hace diez años en una cafetería en Canon Drive. Hoy es dueño de un negocio que a menudo atiende a celebridades.

"La importancia de los latinos es grandísima, sin nosotros este país estaría en una crisis mayor", afirma.

Otros, como Nayzeth Carrillo, recién se han aventurado en el mundo empresarial en esa localidad. Nacida en Guadalajara, México, ella fundó hace dos años la compañía de cosméticos "Nayzeth Beverly Hills", que no sólo distribuye sus productos localmente, sino en Medio Oriente.

"Al estar en Beverly Hills y crear un negocio podemos inspirar a más gente", expone Carrillo.

También hay comercios consolidados como el restaurante de comida mexicana Frida, en Beverly Drive, que desde hace diez años es escala obligatoria de las estrellas de Hollywood. Sus carnes, especias y chiles son traídos desde la Ciudad de México, de donde es originario su dueño, el chef Vicente Del Río.

"A donde quiera que vamos estamos al pie del cañón", afirma Jesús Vázquez, gerente del negocio, sobre la presencia activa de los latinoamericanos en distintos ámbitos de la exclusiva metrópoli.

A decir de Megan Roach, gerente de Mercadotecnia y Sostenibilidad Económica de ese municipio, los hispanos están involucrados en todos los niveles de la economía local "lo que ayuda a mantener la Ciudad funcionando de manera eficiente".

No existe una cifra precisa de la cantidad de latinos que trabajan tendiendo camas en hoteles, sirviendo alimentos en restaurantes o estacionando coches, mucho menos la hay sobre quienes, con un perfil aún más bajo, cuidan niños, limpian albercas o cortan el césped en las lujosas residencias.

A estos últimos les ha dado voz el artista Ramiro Gómez con el proyecto "Happy Hills". Gómez, quien trabajó como niñero en esa ciudad, los ha dibujado haciendo distintas actividades: empujando carriolas, aseando pisos o doblando ropa. Es un reconocimiento, subraya, a su incansable labor.

Una de sus obras retrata a una mujer cabizbaja, inerte, que sostiene su bolso con las manos. La titula "Caridad espera su cheque". Este, dice, es el momento más humilde para los "empleados invisibles".

"Es interesante que muchos turistas recorren Beverly Hills esperando ver a los artistas, pero la visión que se llevan a sus países es la de jardineros latinos trabajando en las mansiones", comenta el pintor.

Directo de Oaxaca hasta Rodeo Drive

Muchos no hicieron escala, vinieron directamente de las comunidades agrícolas de Oaxaca, México, a los elegantes restaurantes y cafeterías de Beverly Hills, respaldados por la dedicación y la honestidad de sus paisanos que llegaron primero.

Así llegó Iván Robles, originario de la comunidad de Santa Gertrudis Zimatlán, en la región de los Valles de esa entidad sureña. Hace nueve años, él dejó los campos de Oaxaca para venir a trabajar en el restaurante de comida mexicana Frida, en Beverly Drive.

"No sabía ni dónde estaba, con el tiempo me di cuenta que Beverly Hills es totalmente distinto al resto de Estados Unidos", comenta Robles, de 32 años y quien ahora es jefe de meseros en el local.

Ha pasado mucho tiempo desde aquel abrupto cambio de vida, aunque Robles, habitante del vecindario de Mar Vista, reconoce que todavía se siente extraño entre tanto lujo.

"Es la hora que no me acostumbro, demasiados carros, demasiadas computadoras", comenta.

Sus familiares en Oaxaca han recibido con orgullo las fotografías que Iván les envía con sus famosos clientes: Salma Hayek, Enrique Iglesias, Mike Tyson, Leonardo DiCaprio, Demi Moore, Jackie Chan. En la más reciente posa junto al expresidente de México, Vicente Fox, que hace poco visitó el negocio.

Sólo en el restaurante Frida trabajan 20 oaxaqueños, conformando más del 65% de la plantilla laboral. Pero también están en las cocinas y cafeterías de muchas otras partes de la ciudad.

"Como se conocen se llaman para trabajar aquí, todos son bien activos, por eso los restaurantes los contratan y no los dejan ir", menciona Jesús Vázquez, gerente de Frida.

Desde hace ocho años, Adrián López, del poblado San Juan Guelavía, es cocinero en una cafetería localizada en Canon Drive. Su historia es similar: abandonó las duras faenas agrícolas por el 'Sueño Americano', para venir a la fascinante Beverly Hills.

"Me daba nervios por no saber cómo era la ciudad, pero al llegar aquí es una oportunidad grande de conocer a las personas", dice López, de 31 años. Él también ha atendido a muchas celebridades.

Cada mañana, cuenta López, decenas de oaxaqueños coinciden en los autobuses que cruzan las calles de Beverly Hills. Él ha contado a por lo menos 50 paisanos, quienes trabajan como meseros, limpia-mesas, cocineros, entre muchos otros oficios, en el distrito comercial de Rodeo Drive, famoso en el mundo por sus tiendas de alta costura y elegante estilo.

"Somos los que más levantamos el ánimo de trabajar aquí. Llegas a Oaxaca y te preguntan: '¿dónde trabajaste?' En Beverly Hills, la gran ciudad. No cualquiera está acá", dice López con orgullo.

Se calcula que el área metropolitana de Los Ángeles es hogar de unos 700,000 oriundos de Oaxaca. No está claro cuántos de ellos laboran en la ciudad de Beverly Hills.

"La percepción general es que los oaxaqueños son bien trabajadores y honestos", asegura Mauro Hernández, presidente del grupo Organizaciones Regionales de Oaxaca.

El activista no se sorprende al enterarse de la notable presencia de sus paisanos en Rodeo Drive. "Los oaxaqueños están prácticamente en todos los negocios", precisa Hernández.

Fausto Manuel, de 25 años y nativo de Sierra Juárez, fue contratado hace cuatro años en un negocio de comida de la aglomerada Beverly Drive. Le ayudó la recomendación de uno de sus conocidos para entrar al local, donde ahora es uno de los cocineros principales.

"Mis compañeros son muy trabajadores y los dueños de los restaurantes se fijan en eso, por eso se quedan aquí", explica.

La entrevista con Manuel es breve, dura apenas dos minutos. El joven se disculpa porque los clientes esperan sus platillos y su deber es prepararlos lo antes posible.

"No quiero ser grosero", dice con timidez antes de partir. Así es el tesón de los oaxaqueños que no se detienen en Rodeo Drive.

Esta historia apareció originalmente en Español en el diario La Opinión de Los Ángeles.


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